1975
El décimo aniversario se celebró contratando a tres figuras de enorme relieve: Oscar Peterson, Ella Fitzgerald y Dizzy Gillespie. El Jazzaldia entraba así en una imparable línea ascendente.
Balance
Las previsiones de venta de entradas hicieron aconsejable programar esos conciertos en el recinto cerrado de más aforo de San Sebastián, el Velódromo de Anoeta; el resto permaneció en la histórica Plaza de la Trinidad.
La experiencia fue un éxito, aunque el traslado definitivo al Velódromo no se concretó hasta 1979, tras unos años con el Polideportivo como sede. Las 6.000 personas que asistieron al recital de Ella Fitzgerald establecieron un récord de público que duró cuatro años, cuando B.B. King lo situó en 7.000, una cifra que iba a ser pulverizada a comienzos de la siguiente década.
La duración del Festival se mantuvo en los seis días alcanzados en la novena edición. El presupuesto llegaba a los 4 millones de pesetas, pero los precios seguían siendo populares: 1.100 pesetas el abono para las once sesiones, ocho de ellas de profesionales. Se redujo la cantidad de grupos aficionados, once en esta ocasión, y no hubo concurso entre ellos.
El bajista de Last Exit, una de las bandas de aficionados británicos, era un tal Gordon Sumner. Pasó desapercibido, salvo para un crítico local que escribió que “además de mediocre, rompía constantemente el ritmo”. Muy poco después, se haría mundialmente famoso con su apodo artístico: Sting.
Vista la buena acogida de años anteriores, continuó la proyección de películas de jazz, así como las jam sessions en los Bajos del Ayuntamiento.
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