La enorme asistencia al concierto de Gato Barbieri pilló desprevenidos incluso a los organizadores. Doce mil espectadores se juntaron en el Velódromo para escuchar al saxofonista argentino, que, desgraciadamente, no estuvo en su mejor forma: el retraso de casi dos horas, la salida tambaleante al escenario y su “buenas noches, Barcelona” no le metieron precisamente al público en el bolsillo.

Freddie Hubbard.
Freddie Hubbard.

Balance

Las aglomeraciones se repetían un día tras otro. El Festival de Jazz no sólo era un gran evento cultural para la ciudad y sus alrededores, sino que empezaba a llegar mucha gente de diversos lugares de España y de Francia. El total de espectadores fue de 36.000, un incremento del 62 % con respecto a la edición anterior, lo cual dio un beneficio económico de tres millones de pesetas.

El recital de los Jazz Messengers de Art Blakey fue, como cabía esperar, de gran altura. En su formación, había varios instrumentistas (Bobby Watson, Wynton Marsalis, Branford Marsalis) que posteriormente alcanzaron gran fama y volvieron a Donostia al frente de sus respectivas bandas. Wynton ya atrajo la atención de los críticos. Uno de ellos lo destacó así: “Me dejó asombrado y su versión de My Funny Valentine me hizo llorar. No pienso perderlo de vista”. Como anécdota, los cachorros de Blakey querían jugar un partido de baloncesto antes de la actuación, así que la organización les buscó una cancha.

Dos excelentes trompetistas, Dizzy Gillespie y Freddie Hubbard, y la Orquesta de Duke Ellington dirigida por su hijo Mercer contribuyeron a dar un elevado nivel a esta edición del Jazzaldia.

También el concurso de aficionados fue de una gran calidad. Los premios subieron su cuantía para adaptarse a los tiempos: 40.000 pesetas el primero, 25.000 el segundo y 15.000 el del mejor solista. Además, ese año se inició el concurso de grupos vascos, que hizo posible que los músicos locales pudieran tocar ante una audiencia numerosa.

A un solo clic

Cartel

Cartel 15 Jazzaldia 1980.

Cartel 15 Jazzaldia 1980.