1981
El concierto de Chick Corea estableció el récord de público en la historia del Jazzaldia, con 14.000 espectadores, que duró hasta que se empezaron a hacer conciertos en la Playa de Zurriola veinte años después.
Balance
Los demás contabilizaron también grandes entradas, hasta sumar 46.000 asistentes en total. Los alrededores del Velódromo registraban todos los días grandes atascos de peatones y coches. Cerca de las puertas se situaban chiringuitos de comida y bebida, y en el interior el ambiente era festivo: las esperas entre músico y músico se entretenían jugando con globos que pasaban de mano en mano por todo el graderío.
Definitivamente, el Festival de Jazz estaba de moda, lo cual se explicaba por una serie de factores: primero, no había una oferta parecida (el Festival de Vitoria estaba dando aún sus primeros pasos, siguiendo la estela marcada por el de San Sebastián); segundo, la gente quería imitar a las grandes reuniones juveniles, como Woodstock; y tercero, la oferta cultural en general era escasa, en contraste con lo que sucedería unos años después, cuando habría mucho para elegir y el público potencial no tendría dinero para todo.
Centenares de jóvenes llegaban con sus mochilas desde los más diversos lugares. Hubo que improvisar un alojamiento para ellos, aprovechando un frontón cubierto situado cerca del Velódromo. Pronto fue conocido como “el hotel de las mil estrellas”. Funcionó hasta 1986, cuando ya había pasado la moda del Jazzaldia como polo de atracción juvenil.
Aparte del de Chick Corea, los muchos aficionados que han seguido el Jazzaldia a lo largo de su historia recuerdan otro concierto extraordinario: el que dieron Art Pepper y Woody Shaw al frente de sus respectivas formaciones. Fue uno de los últimos recitales de Pepper, que falleció menos de un año después.
La casa IZ empezó a grabar discos con una selección de los grupos aficionados concursantes. Esta actividad se repetiría durante casi todas las ediciones del Jazzaldia en los 80.
El concierto de Chick Corea estableció el récord de público en la historia del Jazzaldia, con 14.000 espectadores, que duró hasta que se empezaron a hacer conciertos en la Playa de Zurriola veinte años después. Los demás contabilizaron también grandes entradas, hasta sumar 46.000 asistentes en total. Los alrededores del Velódromo registraban todos los días grandes atascos de peatones y coches. Cerca de las puertas se situaban chiringuitos de comida y bebida, y en el interior el ambiente era festivo: las esperas entre músico y músico se entretenían jugando con globos que pasaban de mano en mano por todo el graderío.
Definitivamente, el Festival de Jazz estaba de moda, lo cual se explicaba por una serie de factores: primero, no había una oferta parecida (el Festival de Vitoria estaba dando aún sus primeros pasos, siguiendo la estela marcada por el de San Sebastián); segundo, la gente quería imitar a las grandes reuniones juveniles, como Woodstock; y tercero, la oferta cultural en general era escasa, en contraste con lo que sucedería unos años después, cuando habría mucho para elegir y el público potencial no tendría dinero para todo.
Centenares de jóvenes llegaban con sus mochilas desde los más diversos lugares. Hubo que improvisar un alojamiento para ellos, aprovechando un frontón cubierto situado cerca del Velódromo. Pronto fue conocido como “el hotel de las mil estrellas”. Funcionó hasta 1986, cuando ya había pasado la moda del Jazzaldia como polo de atracción juvenil.
Aparte del de Chick Corea, los muchos aficionados que han seguido el Jazzaldia a lo largo de su historia recuerdan otro concierto extraordinario: el que dieron Art Pepper y Woody Shaw al frente de sus respectivas formaciones. Fue uno de los últimos recitales de Pepper, que falleció menos de un año después.
La casa IZ empezó a grabar discos con una selección de los grupos aficionados concursantes. Esta actividad se repetiría durante casi todas las ediciones del Jazzaldia en los 80.
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