Un día antes de comenzar el Festival, se habían vendido ya más entradas y abonos que en el conjunto del año anterior, lo cual se explica en parte por la expectación que despertó Van Morrison y por el tirón del Centro Kursaal, pues el Jazzaldia, siempre atento a aprovechar los magníficos escenarios que ofrece la ciudad, utilizó las terrazas y la Sala de Cámara del moderno edificio, recién inaugurado.

Van Morrison.
Van Morrison.

Balance

La avalancha de público se notó a lo largo de todo el Festival: el recital de Chano Domínguez-Iñaki Salvador en el Salón de Plenos del Ayuntamiento se quedó sin entradas dos días antes, y la Plaza de la Trinidad se llenó con Branford Marsalis y Herbie Hancock.

Las dos primeras sesiones del Festival, el Gazztejazz y el Jazz Band Ball, registraron un desfile incesante de gente por el Kursaal, interés recompensado con un conciertazo de Steve Coleman y otro no menos extraordinario de Ravi Coltrane. Hubo muchas más cosas buenas esas dos noches, como la Cotton Club Revue y su acertada revisión de Ellington en el centenario de su nacimiento, la Sedajazz Big Band, con Soledad Giménez (de Presuntos Implicados) como vocalista, los incendiarios Ray Gelato Giants y el rompedor trío Broun Fellinis, que se convirtió en la revelación de esta edición.

La primera sesión en la Trini programó al pletórico Branford Marsalis, al elegante y sabio Max Roach y al carismático Randy Weston. Al día siguiente, la estrella fue Herbie Hancock y su homenaje a Gershwin, con Soledad Giménez como vocalista invitada y destacando la fuerza de Cyro Batista a la percusión y de Terri Lyne Carrington a la batería. Y el tercer día cayó un enorme chaparrón sobre la emblemática plaza durante el concierto de John McLaughlin y Shakti, lo cual no impidió que los entusiastas espectadores, protegidos por los chubasqueros que repartió previsoramente la organización, disfrutaran de una actuación fantástica: el solo de tabla de Zakir Hussain será recordado durante mucho tiempo.

Y llegó el día tan esperado. Las entradas para Van Morrison se habían agotado en menos de un día cuando fueron puestas a la venta, a finales de abril. El León de Belfast desmintió su fama de arisco y ofreció un gran concierto, secundado por un compenetrado conjunto que estaba siempre atento a sus órdenes. Previamente, el veterano Clark Terry supo ganarse el corazón del público gracias a su repertorio de standards y a su gran simpatía. Clark Terry y Max Roach fueron galardonados con el Premio Donostiako Jazzaldia 1999 como reconocimiento a la incomparable trayectoria de ambos músicos.

Además de los escenarios principales, hubo otro en la Plaza de Oquendo, para los conciertos patrocinados por Frigo, y la Heineken Green Room se instaló en el Salón Excelsior del regio Hotel María Cristina.

En el club Altxerri, hubo varias jam sessions como las de antaño, de ésas que acaban a las 4 de la mañana. Una la protagonizó el trío de Branford Marsalis, acaudillado por el potente Jeff “Tain” Watts, y otra la montaron los músicos de Clark Terry junto a los de la Sedajazz Big Band.

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Fotografías del Festival

Cartel

Cartel 34 Jazzaldia 1999.

Cartel 34 Jazzaldia 1999.