2010
El comienzo no pudo ser mejor. Patti Smith disfrutó en el Escenario Verde, relajada, sabiendo ella misma que estaba ofreciendo una de las mejores actuaciones de su gira de ese año. La playa estaba llena de gente. Se dice que llovió algo durante el concierto, pero parece que nadie se enteró o a nadie le importó. Y luego vino el espectáculo delirante de la japonesa Shibusa Shirazu Orchestra, con su música potente y su show colorista.
45 Heineken Jazzaldia
El Jazz Band Ball inaugural del 45 Heineken Jazzaldia tuvo muchos más momentos destacados: la marcha alegre de la banda itinerante Broken Brothers Brass Band, la Carpa Heineken a reventar con Terje Rypdal, Miroslav Vitous y Gerald Cleaver, mientras ELEW deslumbraba con su piano en el Espacio Frigo, la lapona noruega Mari Boine con sus misteriosas canciones y sus compatriotas Supersilent con su propuesta electrónica... Para todos los gustos.
Unas 1.800 personas tuvieron la fortuna, o el buen criterio, de acudir el segundo día del Festival a la Plaza de la Trinidad para ver a Ron Carter, un auténtico caballero del jazz, recogiendo el Premio Donostiako Jazzaldia y ofreciendo como muestra de agradecimiento un inolvidable concierto junto a dos escuderos de alta fidelidad, el guitarrista Russell Malone y el pianista Mulgrew Miller. Previamente, el joven trompetista Christian Scott dejó claro que la palabra futuro ya no le cuadra, que ya es el presente del jazz.
Tanta o más fortuna tuvieron las personas que se congregaron en el Club Victoria Eugenia. Era el primer Concierto Secreto. Se enteraron porque estuvieron atentos a las redes sociales y porque son aficionados al jazz hasta el tuétano, esos que dan razón y sentido a este Festival. Dentro de unos pocos años, cuando el pianista Vijay Iyer sea una gran estrella, estos amantes del jazz podrán contar que ellos lo vieron a tres metros y escucharon en condiciones inmejorables su música bella.
Y también fueron afortunados los que acudieron al Teatro Victoria Eugenia a ver a Arturo Sandoval en el mejor momento de su carrera, acompañado por el saxofonista Ed Calle, que tiene antepasados donostiarras, y la chavalería que jaleó en el Verde a The Morning Benders y These New Puritans, y los que bailaron con los hispanobritánicos The Funk On Me en el Espacio Frigo, y los que comprobaron la calidad de los grupos locales de jazz en la Carpa Heineken.
Pepe Habichuela, catedrático de guitarra flamenca, y Dave Holland, doctor del contrabajo, dieron el tercer día en la Trinidad una clase magistral de cómo se pueden conjugar dos músicas basadas en el sentimiento y la improvisación: el flamenco y el jazz. A continuación otro maestro del contrabajo, aunque con una forma diferente de dar la asignatura: Stanley Clarke con la joven y dicharachera (por cómo se expresa con el piano) Hiromi.
En la playa, el nuevo soul de Mayer Hawthorne y la fiesta africana de The Very Best. En el Victoria Eugenia, Wadada Leo Smith demostró que el jazz de vanguardia sigue teniendo vigencia, y Portico Quartet abrió nuevos caminos a esa música sin horizontes que es el jazz.
La anterior vez que George Benson había estado en San Sebastián en nuestro festival de jazz fue en 1986. Veinticuatro años después, seguía haciendo lo mismo. Una banda sólida detrás, un líder con carisma delante. No hacen falta cambios. Archie Shepp sí fue un innovador en su tiempo. Conserva un lugar inamovible en la historia del jazz por el papel que jugó en la eclosión del free jazz. El Festival ya lo trajo en 1983, cuando estaba en esa etapa. Ahora se ha refugiado en el blues, las baladas y el bop, todo lo que ha hecho inmortal al jazz.
The Claudia Quintet toca su música y no se preocupa de ponerle etiquetas, aunque la influencia de la Knitting Factory neoyorquina perdura a través de ellos. El público de “la Trini” les entendió perfectamente.
The Divine Comedy, el invento del elegante Neil Hannon, y The Pains of Being Pure at Heart protagonizaron en el Verde dos de los conciertos más exitosos de los últimos tiempos, pues arrastraron a masas de jóvenes.
La majestuosa diva de la ópera Jessye Norman cantando jazz en el Auditorio del Kursaal, la leyenda del country Kris Kristofferson y el genio de todas las músicas Elvis Costello pusieron el broche de oro al 45 Heineken Jazzaldia. Para el delirio del público que abarrotaba la Plaza de la Trinidad, Costello y Kristofferson interpretaron conjuntamente tres canciones.
La respuesta entusiasta del público durante los cinco días tuvo su reflejo en la estadística: a la 45ª edición del Festival asistieron algo más de 106.000 espectadores, entre los conciertos de pago y los gratuitos.
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