1987
Uno de los festivales más variados en cuanto a estilos: vanguardia (Ornette Coleman, Don Cherry, Art Ensemble of Chicago), ritmo latino (Tito Puente con Celia Cruz), una gran voz (Sarah Vaughan), tres de las mejores guitarras (McLaughlin, Paco de Lucía, Stanley Jordan), las suaves baladas de Stan Getz y Dexter Gordon y la frescura de Branford Marsalis y su cuarteto.
Balance
Aparte del Velódromo, se usó el Teatro Principal para los concursos y para un par de conciertos gratuitos (con el saxofonista Richie Cole, el dúo alemán Tiepold-Frey y el conjunto sueco Tales of Time). Además, la Dirty Dozen Brass Band puso animación en la calle, se proyectaron películas de jazz y por la noche se celebraron jams en tres bares de la ciudad: Etxekalte, Be-Bop y Altxerri. En resumen, jazz para todos los gustos y en todos los sitios.
El concurso internacional alcanzó un nivel que fue resaltado por el Jurado. Baste señalar que los ganadores, City College of New York Quintet, eran discípulos de Ron Carter.
La anécdota la protagonizó Ornette Coleman, que pedía comida kosher para asegurarse de que no le ponían cerdo. La organización, a falta de un rabino, lo solucionó dándole un sabroso pescado en salsa, preparado a la vasca.
Este tipo de requerimientos pueden dar la impresión de que los músicos tienen muchas rarezas, pero la mayoría de los que han pasado por Donostia son gente sencilla, sin ínfulas de divos. Cuando había alguna cláusula especial en el contrato, muchas veces se trataba más de imposiciones de los managers que de los propios músicos.
Algunas excepciones fueron la de Gato Barbieri, que reclamaba una limusina con teléfono, o la de Chick Corea, que solicitó una cesta de frutas y una bandeja de vegetales con una composición muy detallada (debía incluir apio crudo). Woody Herman quería una marca de vodka que sólo se encontraba en Francia. Uno de los más peculiares fue Woody Shaw: practicaba taichi y hubo que subirlo al monte Ulía para que pudiera aislarse.
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