Esta edición del Festival de Jazz de San Sebastián fue apoteósica: grandes llenazos para ver a B.B. King y Keith Jarrett, altísimo nivel artístico en las sesiones de la Plaza de la Trinidad y un desfile incesante de público por los escenarios del Centro Kursaal, donde se ofrecían actuaciones gratuitas.

Diana Krall.
Diana Krall.

Balance

Las diferentes propuestas del Jazzaldia fueron seguidas por al menos 42.000 personas, haciendo un cálculo un tanto conservador.

B.B. King se metió en el bolsillo, con la profesionalidad que le caracteriza, a los 3.600 espectadores que abarrotaban la emblemática plaza, un récord absoluto. La primera parte la cubrió de una manera muy eficaz Hiram Bullock, que ya antes, en las cuatro noches que le correspondieron en las terrazas del Kursaal, entusiasmó al numeroso público que allí se congregó. Es destacable, precisamente, la constante afluencia de gente a esas terrazas, tanto en las sesiones de tarde como en la nocturna. También en ese escenario se llevó a cabo el exitoso Jazz Band Ball, cuyo programa incluía al espectacular Georgia Mass Choir, con más de treinta cantantes; el Speaking in Tongues de David Murray, con Fontella Bass y Amina Claudine Myers, que fue el grupo triunfador de la noche; el ritmo desatado del Defunkt de Joseph Bowie; y el regio pianista John Hicks.

Si el de B.B. King fue el concierto que más entradas vendió, el de Keith Jarrett en el Kursaal fue el que más expectación levantó, y además no defraudó a nadie. Fueron dos intensas partes de 45 minutos cada una. Estaba previsto solo un bis, pero regaló otro, en medio del delirio de un público completamente entregado al trío formado por Jarrett con Gary Peacok y Jack DeJohnette. El diario londinense The Times envió a un periodista para cubrir este concierto y en su crítica dedicó varios párrafos elogiosos al conjunto del Festival.

Otro tipo de trío de jazz, también de calidad extraordinaria, fue el de Kenny Barron, galardonado con el Premio Donostiako Jazzaldia 2000. Barron dio un señor concierto en la Trinidad y además deleitó en su dúo de pianos con John Hicks en la Sala de Cámara del Kursaal. La sesión de Barron se completó con las Variaciones Goldberg de Bach adaptadas por Uri Caine, acompañado para la ocasión por el Coro Easo. La integral de Uri Caine fue precisamente una de las propuestas más interesantes del Festival (The New York Times desplazó una enviada especial para informar de este ciclo). Además de su revisión de Bach, tocó en solitario y en trío y desarrolló otros tres proyectos sobre música de Wagner, Mahler y Schumann.

No se puede olvidar tampoco la sesión de Vienna Art Orchestra, que abandonó su vanguardismo para hacer un Ellington normalizado, y Diana Krall, una de las divas del jazz actual. Ni la que reunió a la novísima chilena Claudia Acuña y el veterano Al Jarreau, que cautivó al público con su repertorio popular y su potente banda.

Estaba prevista la actuación de James Carter Electric Groove, pero una huelga en el aeropuerto de Roma le impidió llegar a tiempo. Le sustituyó Mulgrew Miller con su quinteto, excepto Lewis Nash, que aún no estaba en San Sebastián, por lo que la batería la ocupó el espectacular Ralph Peterson, que formaba parte de varios de los proyectos de Uri Caine. En la primera parte, el trompetista y compositor de bandas sonoras Mark Isham efectuó una recreación de In A Silent Way de Miles Davis con el refuerzo del saxofonista Dave Liebman, que tocó en su día con Miles.

Esta vez el escenario novedoso fue el Museo de San Telmo, donde Mulgrew Miller y Uri Caine dieron conciertos de piano solo en el marco de la exposición Atarian, que recreaba la historia de la ciudad.

El Festival tuvo un prólogo inmejorable con el concierto previo, no incluido como tal en el programa del Jazzaldia, ofrecido la víspera por Barbara Hendricks, Premio Príncipe de Asturias 2000, cantando espirituales en el Auditorio del Kursaal junto a los estupendos The Moses Hogan Singers.

Quizá el mejor resumen lo hizo Hiram Bullock cuando declaró en su rueda de prensa que este Festival “tiene lo mejor de los grandes en cuanto a organización y técnica y lo mejor de los pequeños en cuanto a trato familiar y respuesta del público”.

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Fotografías del Festival

Cartel

Cartel 35 Jazzaldia 2000.

Cartel 35 Jazzaldia 2000.